Kostzer, a cargo de la misión del Banco Mundial en Timor Oriental, dijo a Télam que "el salario mínimo es una herramienta de política de ingresos muy poderosa, porque tiene que ver con la satisfacción de necesidades de los hogares y fija niveles de ingreso que superan la línea de la pobreza".
"A la vez, desde el punto de vista macroeconómico tiene efectos absolutamente positivos, cuando uno aspira a implementar un modelo económico que gire alrededor del mercado interno", señaló.
De visita en el país por unos días, el economista argentino resaltó que el salario mínimo, y su ajuste periódico, mantiene niveles de demanda agregada.
Kostzer rechazó que el beneficio del incremento se limite a la reducida proporción de trabajadores que cobran el mínimo.
"Ese es un prejuicio instalado en los años 90 y que se relaciona con una visión `porteñocentrica`, en una ciudad donde los salarios son más altos", consideró el experto.
Advirtió luego que "se suelen utilizar números engañosos" en esta materia, cuando se toma sólo a quienes ganan "exactamente" el salario mínimo o se deja fuera de análisis a empleados domésticos, trabajadores rurales o agentes públicos provinciales.
Por otra parte, afirmó Kostzer, "el mínimo tiene un efecto de faro en relación con otros salarios de la economía; es decir, los aumentos sirven, en términos generales, para dinamizar las negociaciones colectivas".
Si bien algunos análisis señalan que la suba del salario mínimo "cierra" la ronda de paritarias, "lo cierto es que abre el turno de negociaciones siguientes", explicó el especialista.
Agregó que "al subir el piso, se achata la pirámide salarial, y ese el punto de partida desde el cual arrancan las tratativas entre sindicatos y empleadores, según las respectivas capacidades de negociación".
"Inclusive en aquellas actividades donde los convencionados cuadruplican el salario mínimo, si ven que este no se ajusta tendrían menos argumentos para negociar en paritarias", indicó el especialista.
Kotzer destacó además el efecto favorable del ajuste del salario mínimo en los sectores laborales con menor poder negociador, incluidos los informales.
"Este es quizás el impacto más directo y consistente de todos, aunque otro perjuicio que viene de los años 90 dice que estos trabajadores no recibirán el aumento", sostuvo.
Para el especialista, "más de un tercio de los trabajadores no declarados están en establecimientos donde también hay trabajo en blanco; entonces, cuando sube el mínimo, el patrón, aún cuando no blanquee a su personal, se ve obligado a acercarse a ese salario".
"Todo esto funciona cuando entre los empleadores hay un nivel de expectativas de crecimiento económico importante, porque se descuenta que el aumento del salario mínimo, entre otras variables, va a dinamizar la demanda", concluyó Kostzer.