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Interés e intereses cruzados en la presencia de Cristina en la Universidad de Harvard
La visita de Cristina a Harvard conjugó el genuino interés de los alumnos de la universidad con matices que dejaron al descubierto la intención de plantear un escenario complejo durante la disertación.
La escena, que se advirtió a través de coincidentes preguntas, planteos y hasta requisitorias guionadas en el recinto, a lo que se sumaron panfletos y hasta algunas cacerolas trasnochadas en las afueras del predio, en definitiva no fueron impedimento para el desarrollo de una jornada catalogada como "altamente positiva" por autoridades de Harvard.
"Me siento privilegiado en ser uno de los argentinos que puede preguntar", señaló en el auditorio -a modo de introducción-, Juan Ignacio Maquieyra, que hasta su reciente ingreso a Harvard se desempeñaba como asesor del gabinete del Ministerio de Eduación porteño a cargo de Esteban Bullrich, con quien -dijo a Télam- lo une "una larga relación".
Maquieyra, además, poco tiempo atrás lanzó junto a un centenar de jóvenes una nueva agrupación macrista denominada Generación Argentina Política (GAP), siglas que hacen alusión a la conocida marca de ropa estadounidense.
En la presentación el joven licenciado en Ciencias Políticas, que integra la Comisión Coordinadora de ese espacio del PRO junto a su hermano Martín, compartió el evento con el humorista y ex candidato a gobernador de Santa Fe, Miguel del Sel.
Sin embargo, mucho antes de aquella frase pronunciada en el recinto de Harvard por el militante macrista que luego inquirió a Cristina Fernández de Kirchner si "pretendía o no" la reelección, ya desde el mediodía se advertía la previsión en torno a la presencia de la presidenta argentina.
Así, en el campus del claustro se pudieron observar curiosas preguntas en manos de alumnos estadounidenses, aún cuando faltaban más de 8 horas para la llegada de la invitada.
En algunos de los instructivos, a modo de ejemplo, se reflejaba la evolución de precios de distintos productos de la canasta alimenticia en los últimos años, que "documentaba" la inflación para conocimiento de los estadounidenses que asisten a la Escuela de Política John F. Kennedy.
A la vez, residentes argentinos recibieron llamados y correos con convocatorias a un cacerolazo que, según contó a Télam un argentino que desde 1974 reside en Boston, "claramente apuntan a usar a la gente", a pesar de definirse como un "claro opositor a Cristina" que sólo "quería escucharla en primera persona".
Previo al discurso de la mandataria, dentro de la universidad ningún alumno extranjero o argentino accedió a las requisitorias de esta agencia, dado que -según explicaban- había "encargados en el tema de la visita de Cristina".
Ya en la larga fila de asistentes de ocupaba toda la extensión de la calle Kennedy, a metros de Harvard Square, un grupo de argentinos repartía tarjetas rojas y panfletos, ambos con la firma de la American Task Force Argentina (ATFA) que integran estadounidenses acreedores de “fondos buitres”.
La tarjeta roja hacía alusión a la "metáfora futbolística" utilizada por la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, que le valió la respuesta de la presidenta al hablar ante la Asamblea General de la ONU el martes: "nosotros no somos un cuadro de fútbol, somos un país soberano", indicó.
El cartón rojo de cotillón, que en definitiva no logró el pretendido de ser utilizado en el salón, rezaba en inglés: "Por favor, use esta tarjeta si desea hacer una pregunta a la Presidenta Kirchner".
El panfleto, por su parte, enumeraba doce puntos contrarios a la gestión de gobierno, ilustrado con una foto y preguntando “¿Cuán libre es la prensa en Argentina? Libertades de prensa bajo ataque".
Durante la ronda de preguntas en el recinto, la Presidenta también escuchó la réplica de otro estudiante sanjuanino que en su introducción mencionó el supuesto "privilegio" de poder preguntar, lo que valió otra respuesta de la mandataria.
Previamente otro estudiante venezolano leyó a Cristina una pregunta que, en pocas líneas, indagaba acerca de la poca libertad de expresión en Argentina, precisamente uno de los puntos que destacaba el panfleto repartido en el ingreso a la Kennedy School.
Otro de los ingredientes planificados se hizo presente a poco de iniciar el discurso, cuando repentinamente se agruparon sobre el ingreso una docena de manifestantes con cacerolas que, apenas fueron grabados por algunas cámaras llegadas desde Argentina, se marcharon del lugar.
Entre los diez jóvenes que formularon preguntas también se presentó una estudiante local llamada Leyn, precisamente quien horas antes se encontraba en el limitado listado de los estudiantes dispuestos a "opinar" para la prensa respecto a la visita de Cristina.
La Presidenta, en definitiva, contestó diez preguntas aunque la tradición de Harvard marca que la ronda de consultas incluyen un máximo de 8 y un mínimo de 4 preguntas a los expositores invitados al Foro de Política.
Incluso, la mandataria intercedió ante el decano David Ellwood para que dejase participar a los dos últimos jóvenes que aguardaban formular sus preguntas, cerrando así una jornada cargada de expectativas y de intentos, que al fin de cuentas resultaron sólo en eso.