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PIDIO PERDON EL TIPO QUE CRITICO A SPINETTA

A pocas horas de la muerte de Luis Alberto Spinetta, el crítico Diego Manrique se había despachado con una dura nota en la que atacaba al músico, además de tratarlo con cierto desdén.
En el mismo artículo, titulado “Mi noche con la ‘ex’ de Spinetta” y publicado en El País, de España, se vanagloriaba además de haber estado con una vieja pareja del músico, a la que dejaba por respeto.
Su columna fue tan criticada que tuvo que pedir las disculpas que se reproducen a continuación y que, originalmente, se encuentran en http://blogs.elpais.com/planeta-manrique/2012/02/mi-noche-con-la-ex-de-spinetta.html:
“Una disculpa, una explicación, un propósito
(La publicación de un post en este blog titulado Mi noche con la ex de Spinetta causó un gran revuelo y un aluvión de comentarios indignados contra el autor. Lo que sigue es una puntualización a la polémica)
La publicación de mi texto sobre Spinetta ha desencadenado un aluvión de comentarios feroces. Muchos se quedan en la vulgaridad del insulto y la vomitona de la amenaza. Afortunadamente, otros se toman el trabajo de argumentar antes de condenarme. Para ellos va esta réplica. Resulta obvio que mi nota resultó, por decirlo suavemente, inoportuna pero quisiera explicar mis circunstancias antes de que me den "boleta", como llega a proponer alguno.
Puntualizo que mi desdichado artículo no era el obituario de Spinetta en EL PAÍS; eso ya se había publicado el día anterior. Se trataba de una entrada en un blog que pretendía complementar lo que se decía en los medios españoles. El blog tiene otro lenguaje y destinatarios específicos: se supone que los que leen Planeta Manrique están unidos por su interés en la música pop y no precisan que se les explique la relevancia de un artista.
VAMOS POR PARTES
Así que enhebré tres historias heterogéneas alrededor de Spinetta. La primera reflejaba su relación con JAEN, futura cantera de montoneros. No pretendía "manchar su reputación" con el detalle del porro (¡por todos los santos, un porro!). Al contrario, destacaba su valentía al rechazar el dogmatismo de ese dirigente que identificaba consumir cannabis con debilidad de carácter.
Más que una anécdota, una actitud visionaria por parte del Flaco, que coincide con otras situaciones que –me contaron- se dieron ya entrados los 70, cuando muchos exaltados presionaban a artistas e intelectuales para que tomaran los hierros. No mencionaré aquí nombres de personas vivas para evitar que les salpique la lluvia de mierda que ha caído sobre mí.
Segunda parte: la visita de Spinetta a España. Fui cómplice ideológico de un magnífico disquero, el desaparecido Mario Pacheco, cuyo sello Nuevos Medios pretendía crear puentes entre las dos orillas, igual que yo lo intento (con resultados desastrosos, como lo evidencian esos mensajes enquistados en la dialéctica de “gallegos” y “sudacas”). Allí salieron antologías de Goyeneche, Litto Nebbia o Adriana Varela. Cuando se editaban, yo me hacía eco en radio y en prensa, de forma entusiasta y, desde luego, desinteresada. Me alegró que Mario se atreviera con una compilación de Luis Alberto, totalmente ignorado por las delegaciones españolas de RCA o EMI.
UN (DES)ENCUENTRO
El disco se llamó Viejas canciones y deseábamos que tuviera eco. Spinetta venía a actuar y Pacheco había puesto en marcha una ambiciosa revista intercontinental, Zambra, donde habría hueco para El Flaco. Así que publiqué un previo sobre la gira y acudí emocionado al encuentro en el hotel madrileño donde se alojaba.
He contado lo que sucedió en esa entrevista. RATIFICO LO ESCRITO, aparte del chiste malo sobre los nombres de los locales. He tratado profesionalmente a abundantes figuras del rock argentino y nunca me pasó nada parecido. Bien es cierto que todos tenemos días perros y que hay riesgo al entrevistar a un artista en gira, sometido a tensiones diversas. Por lo que recuerdo, preferí no publicar la conversación. No hubiera ayudado a difundir su música y, insisto, habría molestado a otros grupos y solistas, tanto aquí como allí. Pueden creerme o no, claro.

NOCHES PORTEÑAS
Esta es una obsesión mía: tengo la sospecha de que los escritos sobre música se han vulgarizado. Todos recurrimos a Wikipedia y demás fuentes obvias, con el resultado de que muchos artículos se parecen. Así que tiendo a insertar vivencias personales, como un plus que enriquece la narración (espero). El concepto de blog lo permite e incluso lo exige.
Aún con esa creencia, ahora comprendo el ERROR de contar ese encuentro con una exnovia de Spinetta. Fue muy audaz por mi parte pretender reconstruir conversaciones añejas. No resulta elegante evocar un flirteo con ocasión de la defunción de otra persona.
ME AVERGÜENZO pero tengo una explicación. En mi corazón, Buenos Aires es la ciudad de las maravillas. Durante mi primer viaje, la primera noche me crucé con Charly García y fue todo lo que esperaba (aparte de que me hablara en inglés, ocurrencia que repitió en otras ocasiones). Así que cualquier cosa me parecía posible, incluso intimar con la antigua compañera de alguien al que admiraba en lo musical. ¿Debo mencionar que llevo décadas afirmando, a la primera oportunidad, que el rock argentino tiene la más rica trayectoria de todos los que expresan en español?
NUNCA MÁS (SI LO PUEDO EVITAR)
El desenlace de aquella noche me pareció divertido, tierno. Alguien sugiere que suena a novela de Corín Tellado. Y bien, la vida parece a veces un argumento de Corín Tellado.
En mi descargo, solo puedo alegar que soy novato en la blogosfera. Todavía no controlo ni las extensiones ni el tono ni EL ALCANCE. Habitualmente, cuando escribo para el papel, procuro dejar reposar el texto durante veinticuatro horas. Al día siguiente, suelen hacerse evidentes los excesos, las debilidades, las reiteraciones. Se corrigen y se manda.
En la prisa por contribuir al coro que lamentaba la marcha de Spinetta, estuve TORPE: el jueves 9 publiqué esa entrada donde mezclaba CON FRIVOLIDAD diferentes registros. Más que malvado, el artículo era embarazosamente PATOSO. Me mostré INSENSIBLE a la profundidad del duelo que se vivía en Argentina. PIDO PERDÓN por haber causado dolor y LAMENTO que, por política editorial, no se pueda retirar el texto, como sugerí la misma tarde-noche que salió, al comprobar que hacía daño.
Ya sé que no me van a hacer caso pero quiero rogarles que procuren OLVIDAR mi enojoso desliz. Ah, el título también me incomoda. Pretendía ser una parodia de los tabloides londinenses y quedó chabacano. Otra vez: LO SIENTO.

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