Mientras muchos medios se encargaron de fulminarla, la prensa extranjera se hizo eco, toda la semana, del escándalo que generó su desnudo total en el Strip Dance de ShowMatch. A partir de ese momento, Cinthia Fernández (cumple 23 el martes 11) desató una ola de celos entre casi todas las bailarinas y logró algo imposible: un debate nacional que ni la política empata... Ahora y aquí, con GENTE, volvió a desnudarse, pero sin sacarse la ropa: con respuestas.
–¿Esperabas que iba a pasar esto después de tu desnudo?
–¿La verdad? ¡No! Pensaba sacarme toda la ropa, pero no quería mostrar nada. Por eso, apenas me di cuenta me tapé. Al principio pedí disculpas, porque no sabía qué decir. Pero hoy me arrepiento. Sólo le pediría perdón a la producción del programa por si le armé un problema. Pero mi coreografía la hice muy bien.
–¿No te parece que es imposible sacarse la ropa sin mostrar nada?
–Se puede.
–No se pudo.
–No necesito un escándalo para tener prensa.
–Fue un escándalo y te dio rédito. ¿O no?
–La verdad es que muchas se colgaron de lo que me pasó para que les hicieran notas. Con Adabel Guerrero fuimos compañeras, teníamos buena onda... ¡y me defenestró! Se quedó caliente porque no pudo desnudarse.
–¿Cómo quedó esa relación?
–Después de las cosas que dijo de mí, dejo de existir. Me demostró que es una falsa. Nadie me creyó, pero tengo la conciencia muy tranquila. En la tele está prohibido desnudarse y mostrar todo, pero ellas iban a hacer lo mismo. Me critican porque fui la primera: les gané de mano.
–¿Qué pasó, exactamente?
–Resbalé en el sillón y me cayó vino encima. Creí que era agua con colorante, pero era vino. El alcohol me cayó en los ojos y no vi dónde ni cómo me desprendí la bombacha. En la coreografía estaba pautado que tenía que desnudarme, pero no mostrar nada.
–Insisto: suena poco creíble. ¿Tinelli o la producción te atacaron?
–No, porque saben que no fue intencional.
–Intencional o no, fuiste tapa en medios internacionales. ¿Lo planeaste?
–No. Fue muy fuerte. Me estaba sacando el maquillaje y un productor me avisó que Twitter ardía con mensajes sobre el desnudo. Se convirtió en el trending topic (tema del momento) del país. Cuando las culebras que hay en Bailando se enteraron que mi desnudo llegó al diario The Sun, estallaron de envidia.
–Y te encantó.
–Pero no lo imaginé. Te repito: fue un accidente.
–¿Hay tan mal clima de trabajo en ShowMatch?
–No. Con Marcelo, los productores y toda la gente de Ideas del Sur se trabaja muy bien. El problema son los participantes que no tienen talento, y por eso viven tirando mala onda. Energía negativa.
–¿No exagerás un poco?
–Fuera de cámaras, ShowMatch es un nido de bichas, y los egos no te dejan respirar. Por eso me aparto: para no contaminarme. Sólo me llevo bien con muy pocos. Por eso, en el momento de la sentencia trato de bajar última.
–El que ríe último ríe mejor...
–No lo hago porque me sienta una diva, sino porque no aguanto la mala onda.
–¿Quién tira esa onda?
–Si las nombro les doy chapa, y empieza a dolerme la cabeza. Prefiero hacer voto de silencio. Todas se hacen las Carmelitas descalzas... pero tienen un muerto en su placard.
–¿Qué querés decir?
–Que te las cruzás en un boliche y las ves borrachas o drogadas, revolcándose con señores mayores y muy adinerados.
–No podés decir eso sin dar nombres.
–Cada una sabe de quién hablo. Me encanta que les moleste mi protagonismo. Y que hablen de mí, bien o mal. Eso es parte del show. Pero en Bailando todos son más papistas que el Papa. ¡Hasta los bailarines se cargan de rimel! En los últimos tiempos comprobé que tampoco tengo onda con Alejandro Fantino.
–Nadie te viene bien… ¿Qué pasa con Fantino?
–Me parece muy veleta. Patético. Me critica y con eso hace rating. La gente que está en Animales sueltos me parece divina, pero no voy al programa porque Fantino es muy creído y pedante.
–¿Es cierto que, después del desnudo, Jonathan Ferrari intentó hablar con vos?
–No. Después que cortamos... ¡lloré dos días! Estaba enamorada. Pero por mí... ¡ahora se puede ir al infierno! No pienso salvarlo.
–¿Cómo andamos de pareja?
–Me gustaría, pero estoy encerrada en mi propio convento. La próxima vez voy a abrir más los ojos antes de entregarme a un hombre. Y si no aparece el ideal, me encierro en un convento y me hago monja.
–¿Sos religiosa?
–Soy creyente. Estudié en un colegio de monjas, y a veces voy a la iglesia para agradecer la vida que tengo. Pero hace mucho tiempo que no me confieso: sólo hablo con Dios.
–¿Cómo te llevabas con las monjas?
–¡Me adoraban! En el aula me portaba mal y me mandaban a Dirección, pero las monjitas me rescataban y me llevaban a tomar la leche.
–Parece que los líos te siguen desde chiquita...
–Sí. Me gusta provocar, ser diferente. Pero no necesito hacer un escándalo para mantenerme en el medio, porque no soy una improvisada: estudié baile, circo y acrobacia. Aunque no lo crean, lo que más vergüenza me da es hacerme la sexy, porque no lo soy. Es lo que más me cuesta.
–¿Vas a cerrar tu Twitter después del escándalo?
–¡De ninguna manera! Las mujeres me criticaron, pero los hombres me adoran. ¡Qué halagos! Twitter es muy poderoso. Hace unas semanas, en Caballito, me asaltaron a punta de pistola y me robaron el auto, una camioneta blanca Citröen Aircross: pedí ayuda por Twitter y la recuperé, porque uno de mis fans la vio. Ese día le agradecí a San Expedito: lo tengo siempre en el cajón de mi mesita de luz.
–Pedile un novio a San Antonio...
–No. Por ahora prefiero estar sola y tranquila.
–Y vestida.
–Eso también.
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