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La Mina, el "cinturón rojo" catalán donde la necesidad se cruza con la independencia


Télam recorrió el suburbio más grande de Barcelona y habló con sus habitantes sobre los comicios del domingo y el desafìo independentista. Pobreza, desempleo y prioridades entre las principales víctimas del ajuste.


¿Sabes qué se vota el domingo? “No se muy bien ¿la independencia o el parlamento? responde Elizabeth, una joven de 24 años del barrio La Mina, de Sant Adrià del Besòs, el suburbio más grande del área metropolitana de Barcelona.
Ella, de todas formas, votará a la izquierda: “a los que miran por el pueblo, no por el dinero de los ricos”.
La Mina y todo el Besòs forman parte del “cinturón rojo”, de los barrios extrarradio de Barcelona que tradicionalmente votan socialista, y donde la derecha busca arrebatar sufragios entre los emigrantes de habla castellana apelando al “miedo” a la independencia, que aquí es muy poco bienvenida.
El día a día de estos barrios no es amable. Las calles de La Mina, que vieron nacer las máximas leyendas de la delincuencia de España, como "El Vaquilla" o "El Torete" –llevados al cine en la saga Perros Callejeros- referentes del llamado “cine quinqui” de los 80´, hoy parecen más tranquilas. Sin duda, algunas cosas cambiaron en los últimos 30 años, pero otras no tanto.
Este barrio de bloques rojizos y calles sombrías, construido en 1969 con el objetivo de erradicar las “infraviviendas” de Barcelona, como las “barracas” del Camp de la Bota, Pequín o Can Tunis, sigue siendo en la actualidad sinónimo de marginalidad.
Para los barceloneses, La Mina sugiere miseria, droga y delincuencia. Sin embargo, la mayoría de los antiguos y nuevos habitantes de este barrio y del vecino Besòs, muchos andaluces llegados durante el franquismo, gitanos, latinoamericanos, africanos y asiáticos, que arribaron en tiempos más recientes, son gente humilde y trabajadora, que lucha a diario por su dignidad.
En esta barriada de 25.000 habitantes la crisis económica está haciendo estragos. Eldesempleo supera aquí el 50% y el resto es precariedad laboral.
El domingo hay elecciones en Cataluña y en la Rambla Prim casi no hay propaganda electoral:señal de que los independentistas tienen poco que ganar.
“Siempre hemos votado a los socialistas, toda mi familia, y a mi edad ya no me mudo del partido, lo hagan bien o mal”, dice a Télam Rosa Rodríguez Hernández, vecina del barrio de 70 años.
Esta ama de casa nacida en las Islas Canarias asegura no entender mucho de política, pero “si ganan ellos (independentistas) y resulta que Cataluña ya no es España, me da miedo”.
A la joven Elizabeth, que también vota socialistas y se siente catalana y española, no le preocupa tanto la independencia, ya que lo importante es “que hagan algo por la crisis, que es lo que me afecta a mi”, dice.
“Este es un barrio obrero, y la tendencia aquí es votar al socialismo”, explica por su parte David González, inmigrante peruano de 37 años.
Igual que sus vecinas, él votará socialista porque “le abrieron las puertas a los inmigrantes”, mientras Convergencia i Unió (CiU), el partido del presidente catalán y candidato a la reelección, Artur Mas,“hace las cosas mal y divide”.
“No es el momento para hablar de independentismo, hay otras cosas más importantes”, sostiene respecto a la iniciativa soberanista de Mas, quien adelantó los comicios en busca de una mayoría absoluta para conducir a Cataluña a la secesiónaprovechando el furor independentista de la clase media-alta, alimentado por la grave crisis económica.
“Yo soy español y catalán la vez, pero eso es pura propaganda, que arreglen el país de una vez”, apuntaba Juan Rodríguez, otro socialista. “Mi madre me trajo aquí cuando era un niño, fuimos a vivir a una barraca, y ahora volveremos a pasar hambre”, aseguraba este andaluz de 75 años.
La confusión que reina en torno a las elecciones hace aflorar los peores recuerdos entre los mayores. “Me marche de mi pueblo porque los franquistas te cortaban el cuello y ahora, con 85 años, tendré que huir de aquí”, decía Juan.
Este veterano aragonés remarca que no votará porque los socialistas catalanes apoyan la independencia (en realidad el derecho a decidir) y él es del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), subrayando las palabras “obrero español”.
Su vecino, Manuel Domínguez Méndez, gallego de 75 años, se suma al debate sin interrumpir su partida de cartas: “Yo voy a votar al Partido Popular (PP) porque siempre voté a la derecha y no quiero la independencia”.
Otro amigo, Francisco, le dice que es un “facha” (por fascista), pero advierte que Mas quiere “volver al pasado” y que “no hará nada por los más pobres”.
Los mayores tienen más clara su posición, pero sus hijos se encuentran ante un dilema y son más permeables a la cuestión separatista. "Voy a votar independencia porque mi marido me ha dicho que quizás nos bajan los impuestos y nos va mejor”, justificó Petra Carrasco, hija de andaluces.
Ana María Jiménez, otra hija de emigrantes, señala que estas elecciones “son las más difíciles de la historia democrática, por la crisis económica y por lo que está pasando”.
Votará contra la independencia, pero no le gustaría "tener que elegir entre ser española o catalana”, subrayó sentada en una cafetería de la frontera del barrio, que mira con resignación los lujosos y cercanos rascacielos de la vecina Diagonal Mar, que llegaron con el Forum de las Culturas de 2004 pero no trajeron la ansiada prosperidad.

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