Juan Manuel López y Orlando Salido se enfrentaron por primera vez en abril del año pasado con una agenda completamente diferente. Para Salido, ésta era ya la cuarta oportunidad de agenciarse un título mundial que ya había poseído fugazmente un tiempo antes, y probablemente una de las últimas tras haber trajinado los rings durante años con resultados desparejos. Para López, éste era meramente el preámbulo de un combate soñado ante el cubano Yuriorkis Gamboa, que era a su vez un posible preámbulo a mayores y más lucrativos retos en divisiones superiores.
Pero un año es mucho tiempo, y aquí nos encontramos ahora, a punto de presenciar un nuevo desafío entre ambos con retos muy distintos para los dos. Y es que en este choque del sábado que tendrá lugar en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan, Puerto Rico, habrá mucho más que un título mundial en juego.
El cinturón de peso pluma de la Organización Mundial de Boxeo será una mera pieza decorativa, un símbolo de lo mucho que hay en juego en este combate para ambos púgiles, pero en especial para el local. Porque si algo se juega el boricua López (31-1, 28 KOs) es nada menos que la continuidad de su carrera en los puestos más altos de su categoría y el fanatismo de su público, que como siempre acudirá a verlo con la expectativa dividida entre quienes ansían verlo triunfar y quienes anhelan verlo caer nuevamente.
Y es que López despierta ese tipo de sentimientos en su gente. Confiado y seguro de sí mismo para muchos, demasiado arrogante para otros tantos, Juanma López atrae con su carisma y su arrogancia por partes iguales, y en esta ocasión tendrá a la tribuna esperando el resultado deseado con argumentos igual de robustos en ambos lados del espectro. Porque sus chances de ganar y perder están casi tan parejas como la división que se expresa en su público, y resta ver cuál de esos dos grupos de virtudes en disputa afloran con mayor intensidad en pos de un triunfo que ponga a su carrera en camino de recuperación.
Por un lado, su temible pegada estará siempre ahí, y su buen boxeo no faltará a la cita. Su concentración y su confianza mejorarán mucho con respecto al combate anterior (no hay forma de que empeoren mucho) y la sensación de desastre inminente que conlleva una posible derrota terminará por completar la receta de éxito de López, que por otra parte cuenta con una defensa realmente porosa y poco efectiva, especialmente ante los derechazos de un Salido que se afianza muy bien detrás de ese golpe. Y en el otro rincón del cuadrilátero, el visitante no
será menos. Porque el mexicano Salido (37-11-2, 25 KOs) llegará a pelear nuevamente en Puerto Rico unos 11 meses después de su sorprendente triunfo ante López con una confianza inmejorable, con un enfoque total en su objetivo de afianzarse como monarca y dejar en claro que su primer victoria no fue sólo un golpe de suerte, y con un estilo para el cual López no parece tener respuestas firmes.
Por todo esto, ambos peleadores tendrán como único objetivo no solamente la victoria, sino que harán de la victoria por nocaut su única preocupación. Lograr una victoria por puntos en Puerto Rico será cuesta arriba para el azteca (recordemos que a pesar de su dominio del combate previo, al momento del nocaut los tres jueces tenían el combate empatado en las tarjetas), sino que será un riesgo demasiado grande como para soslayarlo. Y para López, la búsqueda del triunfo antes del límite es casi una obligación tras su floja actuación anterior ante Salido en la primera derrota de su carrera y su tibia victoria de recuperación ante Mike Oliver en octubre pasado. Está claro que el boricua carga con el peso de la prueba en este compromiso, y eso seguramente afectará y mucho el transcurso del pleito. Pero aún ante lo apremiante de su situación, López se tiene la misma fe de siempre.
"Me molesté un poco que dijera que puse excusas. Yo nunca puse excusas. Me ganó en buena ley, me noqueó", dijo López durante una conferencia de prensa reciente. "Esa noche las estrellas estaban contigo, pero te aseguro que el título regresa conmigo", vaticinó el local.
Y algo de cierto tienen sus palabras. O por lo menos, lo opuesto también es cierto: las estrellas definitivamente no estuvieron del lado de López en aquella primera pelea. Los ya conocidos problemas personales de López (que desembocaron luego en un sonado divorcio) estaban en plena eclosión durante las semanas previas de aquel encuentro, y quedó claro que la mente del puertorriqueño estuvo nublada por aquellos desafortunados sucesos. Pero ahora la historia promete ser otra.
Su rival, en cambio, elije no responder las acusaciones de López. Con la efectiva economía de su estilo boxístico, Salido ripostó con un lugar común ante los comentarios de López. "Ya no voy hablar más. Allá arriba (en el ring) ajustamos cuentas", dijo Salido, de 31 años, que viene de agenciarse dos sólidas defensas en su México natal en preparación para este combate, y que está acostumbrado a la adversidad de haber combatido en tierra extrañas durante el tramo más encumbrado de su carrera, contrariamente a López que ha sostenido la mayor parte de sus pleitos entre Nueva York y Puerto Rico.
Será un choque de encrucijada, donde el ganador continuará en camino a peleas de alto perfil en una división interesante, mientras que el otro se hundirá en territorio de retadores de segunda línea. Y en el mejor de los casos, será un combate que bien podría revitalizar la carrera de ambos si es que se entregan con un arrojo parejo y explosivo, y que hasta podría convertirse oportunamente en el segundo episodio de una eventual trilogía que renueve la sempiterna rivalidad México-Puerto Rico. Las posibilidades son muchas y los riesgos para ambos también. Resta ver ahora si podremos contarnos a nosotros mismos como ganadores, desde nuestra platea, al presenciar un choque de alto octanaje, o si tendremos que conformarnos con un combate mezquino y de poco riesgo. Conociendo a los protagonistas, es sano apostar a lo primero. Desde aquí, nuestros votos para que sea esa la apuesta ganadora.
