Un CD que compila las primeras grabaciones de un joven y genial Astor Piazzolla, el nuevo y sónico álbum de Valentín y los Volcanes, nuevas canciones del más puro reggae de la mano de Riddim y la aventura pop de Mariana Bianchini aparecen entre las novedades discográficas de esta semana.
“COMPLETO EN PHILIPS Y POLYDOR-VOLUMEN I”, ASTOR PIAZZOLLA
Aunque Astor Piazzolla fue un joven talento y su vasta y valiosa obra integra diferentes colecciones discográficas que recorren las bateas de buena parte del mundo, la edición en CD de este par de álbumes fechados en 1964-1965 permite recuperar por primera vez en este soporte los orígenes de sus grabaciones iniciales.
Los dos discos, que inauguran una serie de materiales recuperados que se irán conociendo hasta fin de año, permiten asomarse a los primeros gestos del Piazzolla autor y arreglador de un material absolutamente propio.
En ese sentido, la primera placa titulada “Astor Piazzolla 1944-1964. Veinte años de vanguardia con sus conjuntos” ofrece la riquísima posibilidad de ir apreciando el tránsito estético de este artista genial que revolucionó el tango.
Así, hay versiones de “El recodo” y “Orgullo criollo”, ambas de 1946, donde parece comenzar a perfilarse el pulso innovador del bandoneonista marplatense al frente de una orquesta en la que por entonces revistaban artistas de la talla de Leopoldo Federico y Ernesto Baffa en la línea de fueyes, el pianista Atilio Stampone y el contrabajista Kicho Díaz.
Pero es a partir del tercer corte, “Prepárense”, de 1954 y de autoría de Astor, con una cuerda de ocho violines en la que ya se anota Antonio Agri y con Oscar López Ruiz en la guitarra, entre otros integrantes de la orquesta formada en 1955, irrumpen los gestos que, rupturistas o abridores, cambiaron para siempre la música de Buenos Aires.
La visita a ese pasado cargado de futuro, lo muestra al artista al frente del Octeto Buenos Aires (para los tres movimientos de “Tango Ballet”, una obra de 1956) y comandando al Quinteto Nuevo Tango (en “Lunfardo”, “Caliente” y “Contemporáneo”, todas ejecutadas entre 1960 y 1964).
En el caso de “El tango”, segundo ejemplar de este lanzamiento, data de 1965 y bien podría ser definido como una suerte de cumbre de la cultura vernácula, ya que el músico escogió una serie de poemas de Jorge Luis Borges y les adosó melodías capaces de acompañar ese espíritu orillero del Buenos Aires añoso.
La riesgosa apuesta que –escribe el periodista Diego Fischerman en un interesante escrito que acompaña la presentación- no terminó de satisfacer a ninguno de sus dos hacedores, suma la voz y la guitarra de Edmundo Rivero, los recitados del actor Luis Medina Castro y al Quinteto Nuevo Tango secundado por una orquesta.
VALENTIN Y LOS VOLCANES, “TODOS LOS SABADOS DEL MUNDO”
Este combo platense entrega su segundo CD, sucesor del notable “Play al viejo Walkman blanco” esta vez en la escudería Triple RRR Discos, que encabeza Bernar Diman Mendez, esta vez producidos por Julián Perla.
“Todos los sábados del mundo” tiene sin dudas en relación un cambio energético y de velocidades en relación con el álbum anterior, ya que en estas 13 nuevas canciones el grupo decide llegar al beat de los 60 desde un camino sónico más relajado al estilo de los británicos Teenage Fanclub o de los estadounidenses de Pavement.
Las guitarras arman capas y capas de acoples y noise pero en una velocidad menor para envolver las letras compuestas por el vocalista y guitarrista Jo Goyeneche, que se muestra muy inspirado como puede percibirse en canciones como “Pequeña Napoleón”, “Si ud. fuera la muerte”, “Antenas Gigantes” y “Llamaras desde Córdoba”.
El disco es sin dudas otoñal desde la aparente calma que transmite la música, aunque la esquizofrenia cotidiana de una gran ciudad sacude las almas a las que José Goyeneche tiende a retratar en sus letras, que contienen logrados párrafos.
La banda esta formada también por Nicolás Kosinki en guitarras, Facundo Baigorri en batería, Julián Perla en teclados y Francisco Gómez en bajo.
RIDDIM, “DEJA QUE FLUYA”
Uno de los grupos más tradicionales de la escena local de reggae entrega su sexto disco de estudio con 14 canciones que van del reggae roots al romantic style, pasando por el dub, siempre con la notoria sapiencia que caracteriza a los Riddim desde sus inicios.
El grupo nacido en 1996 busco al experimentado Leo Ghernetti como productor, luego de que éste trabajara con Tan Biónica, Deformica, Leonchalón, Trueno Blanco, Interama y Falsa Cubana, para darle un gran sonido a un disco, en el que el ingeniero se encargó además de dotarlo de aire entre los instrumentos.
Los arreglos del grupo integrado por el vocalista Pety, el guitarrista Fernando Deaño, el bajista Federico Echeverría, el baterista Tony Iribarne, el guitarrista Ariel Villanueva y el tecladista Germán Alvarez.
El disco incluye la participación del Cafre Guillermo Boneto en el roots “Transitar en paz”, uno de los temas con contenido social que el grupo incluyó en “Deja que fluya”, álbum en el que también destacan los arreglos de vientos de Gabriel Vanasco, Matías Traut y Santiago Constanza, además de los coros femeninos, muy bien arreglados por Paula Varela.
“Deja que fluya” marca el regreso de una de las mejores bandas de la escena loca, que luego de un parate por cambio de integrantes, se tomo un tiempo para trabajar en este disco.
MARIANA BIANCHINI Y LAS BAILARINAS ANARQUISTAS, “INDISCIPLINA”
La líder de Panza decidió que su tercer disco solista fuera un álbum tocado por una banda de mujeres y explorar su lado más pop, dejando de lado esa furia y esa bronca que la caracterizan en las canciones de su grupo.
Para esta experiencia Bianchini se reunió con la bajista Cam Beskin, la baterista Alejandra Moro y la tecladista Carolina Caratti, todas provenientes de diferentes experiencias, que se juntar a componer canciones bien pop.
Con Bianchini a cargo de las guitarras, el grupo deja sentadas algunas ideas sobre le femineidad, para nada ingenua, muy alejada de una candidez empalagosa, como se destaca en “Maldita Canción de amor” que dispara frases como “maldito helado de frutilla/ maldito copo de algodón”, renunciando al lugar estúpido que el rock machista parece querer asignarle a la mujer.
El disco se aleja del sonido de Panza y eso parece satisfacer a Bianchini, quien le dio el protagonismo al piano de Caratti para reconocerse en las letras como deforme, tal como declara en “Autopsia a tu corazón”.
Mientras compone para meterse a fin de año a grabar un disco nuevo con Panza, Bianchini continua presentando este disco, que ratifica el crecimiento notable de las mujeres dentro de la escena rockera local a fuerza de buenas canciones.
“VIENTO ROJO”, ADRIANA TULA
Un concepto de folclore regido por la amplitud y por la búsqueda, impera en el segundo álbum de esta intérprete tucumana que canta afinada, correcta y potentemente.
La voz de Tula marca el tono de un trabajo en el que la producción del repertorio escogido lleva las firmas de Peter Würschdmit, Deza, Rubén Lobo y Rubén “Colacho” Brizuela en una variedad que no llega a expresar diferencias ni cambios sustanciales.
Ese mismo criterio homogeneizador impacta en un cancionero que iguala las obras, sean éstas clásicas de edad como “La arribeña”, de Atahualpa Yupanqui; o parte de un nuevo cancionero, tal el caso de “Coplas de la luna llena”, de Jorge Fandermole.
El gran hallazgo de “Viento rojo” es la versión de “Soledad”, del uruguayo Jorge Drexler, definitivamente volcada para el lado de la vidala, aunque el aporte “charlado” de Adriana Varela achique su impacto telúrico.
233, “DOSTRESTRES”
Este trío se lanza a la búsqueda de la canción rock con un gran despliegue instrumental y un importante trabajo lírico, con canciones que se juegan a dos voces entre sus integrantes el pianista Guido Spina, el bajista Ignacio Mayans y el guitarrista Germán Suane.
Algunas de estas canciones formaron parte de la banda de sonido de la película argentina de genero fantástico “Topos”, dirigida por Emiliano Romero, que se estreno recientemente en las salas argentinas.
A lo largo de 14 canciones, 233 va exhibiendo sus influencias que van de los Beatles a Queen, aunque sin perder el ADN del rock argentino, presente a través de la figura de Luis Alberto Spinetta y de cierta cadencia tanguera al cantar por parte de sus tres miembros.
El debut es más que auspicioso, ya que el disco contiene canciones con pretensiones, un elaborado trabajo en la sala de ensayo y arreglos a los que el under local no tiene acostumbrado al escucha.