El poeta peruano Antonio Cisneros, que falleció este sábado a los 69 años de edad a causa de un cáncer de pulmón, es dueño de una obra altamente valorada en el mapa de la poesía en lengua hispana merced a un lenguaje singular en el que convergen la ironía y la mirada escéptica, el sarcasmo y la imagen visual.
"Escribo poco, mantengo a duras penas mi tan poquita fe y temo cada día", había definido Cisneros en el prólogo de una de sus últimas antologías ("Propios como ajenos", 2007). Galardonada con los premios "Nacional del Perú", "Gabriela Mistral", "Casa de las Américas", y "Pablo Neruda", la poesía de este creador se nutrió mayormente de la poesía anglosajona.
En una entrevista para Télam, en una de sus últimas visitas a Buenos Aires, había señalado al respecto: "Viví en Londres en los años `60, leí en una antología poemas de Rober Lowell que me impactaron y me volví a interesar por Pound y Eliot".
Y agregó: "Pero también la poesía beat norteamericana y la pop inglesa me ligaron a esta vertiente en la que encontré una frescura, un verdor, un gusto por la imagen y no por la metáfora, un poderoso elemento narrativo, un humor y al mismo tiempo la densidad de lo sencillo".
La obra de Cisneros -poeta, catedrático y periodista- se compone de títulos como "Canto ceremonial contra un oso hormiguero", "Como higuera en un campo de golf", "El libro de Dios y de los húngaros", "Crónica del niño Jesús de Chilca" y el último, publicado en 2011, "Diario de un diabético hospitalizado".
El poeta peruano visitó varias veces Argentina, donde participó en encuentros de poesía y lecturas varias, entre ellas las realizadas en el marco de los festivales de poesía de Rosario (1998), en la feria del libro de Buenos Aires (1999) y el Festiva de poesía del Centro Cultural de la Cooperación, también en nuestra capital (2010).
Tanto en el evento de Rosario como en el de Buenos Aires, Cisneros fue presentado por el poeta Jorge Boccanera, quien sostuvo con el peruano un diálogo abierto sobre sus distintas etapas, sus lecturas y los ejes de su producción.
Boccanera editó, en Buenos Aires, una de las compilaciones de Cisneros en 1999 -"Postales para Lima"- dentro de la colección "Musarisca" del sello Colihue, y escribió el estudio preliminar de la antología "Diarios de naufragio", publicada en Chile en ocasión de haber obtenido el peruano el premio "Pablo Neruda".
"Es una pérdida grande para las letras latinoamericanas; además era un hombre joven, socarrón, con quien se podía hablar de todo, de poesía pero también de política, sobre todo de fútbol, una de sus pasiones", señaló el poeta.
"Lo conocí en 1976 en su casa de Lima y a partir de ahí fuimos amigos. Ese año lo entrevisté, creo que fue la primera entrevista que hice en mi vida. Por ese tiempo fui a un curso que daba allí sobre Borges.Vino a visitarme hace poco, tras recibir en Chile el premio Neruda. Siempre me atrajo su poesía: esa ironía que venía de Brecht", evocó.
Según Boccanera, la singularidad de esa poesía está en apoyada en un montaje que cruza discursos que vienen del periodismo, la ciencia, la historia, la sociología, la antropología, incorporando salmos, anónimo tradicional quechua, epigramas latinos, letras de canciones, crónicas, cartas e incluso el didactismo de los folletos".
La poesía de Cisneros, según la crítica y pese a los trazos de humor y mordacidad, fue calificada como escéptica en medio de un mundo que se derrumba (todo se lo lleva las aguas, diría el poeta); un mundo que sucumbe y que el poeta define en una línea: "negocios y matanzas".
Su escritura revela además el desamparo del ser común, aquél que ha quedado por fuera de las decisiones que le conciernen; de ahí que el hablante de su poesía sea un ser vulnerable, un antihéroe perdido en la multitud en ciudades de basura regada, enfermedades y objetos roídos por el óxido.
"Es la forma en que mixtura el ámbito doméstico individual con el histórico social, de ahí que convivan grúas, licuadoras, automóviles, cajas de Corn Flakes, secadoras de pelo, veloces alfa romeos y vestidos sintéticos, con ejércitos romanos, castillos, cascos normandos y ballestas", señala Boccanera.
En pocas líneas, podía sintetizar Cisneros un sentimiento de amor-desamor en un estilo que la crítica calificó de antilirismo, como en sus festejados "Boleros maroqueros" (boleros de cantina barata, según su autor), uno de los cuales expresa: "No me aumentaron el sueldo por tu ausencia/ sin embargo/ el tarro de Nescafé me dura el doble/ el triple las hojas de afeitar".