Los accesos a la ciudad de Barcelona se vieron colapsados este miércoles por una nueva huelga de transporte público, la número 16 de este último mes, complicada por la lluvia.
En la mañana de este miércoles se registraron gigantescos embotellamientos, entre ellos uno de hasta 18 kilómetros en el acceso a la ciudad condal por la autovía C-58 desde Terrassa, según el Servicio Catalán de Tránsito.
El paro afecta al subterráneo, con servicios mínimos del 33%, y los trenes suburbanos utilizado por casi 1,5 millones de personas cada día.
Cataluña cuenta con dos líneas ferroviarias, una dependiente del gobierno regional y otra del central, Renfe, y ambas están de huelga, debido a los ajustes, aunque los ferrocarriles catalanes funcionan casi con normalidad.
Por el paro de ferrocarriles funciona uno de cada tres trenes, salvo los de alta velocidad, que apenas registran incidencias con la pérdida de un tercio del servicio.
Los trabajadores del subterráneo reclaman el cumplimiento de su convenio colectivo y la no aplicación del decreto del gobierno español de Mariano Rajoy que suprimió la paga de Navidad a todos los empleados públicos.
Además, las tarifas del subterráneo de Barcelona se incrementaron notablemente en el último año debido al menor aporte del sector público por los recortes.
Un 45% de los empleados del servicio de autobuses público, que en las anteriores convocatorias también fueron a la huelga, adhirieron a la propuesta de la empresa mixta de adelantar los pagos extraordinarios para amortiguar el ajuste que impuso Rajoy. No obstante, la tregua por ahora es de tres semanas.
El caos del transporte se vio potenciado también por una huelga de taxistas, de una asociación minoritaria, que protestan por un nuevo sistema de turnos impuesto por el gobierno al sector.