Aunque buena parte de la atención central se concentra en la avenida Bolívar, porque ahí está el escenario desde que el que el mandatario dará su último discurso como candidato, también ya estaban repletas Universidad, México, Fuerzas Armadas, Lecuna, Urdaneta y Baralt.
Caracas está colapsada desde temprano por la movilización de los chavistas, que llenaron buses y camiones, desbordaron el servicio de subte y llenaron también las calles aledañas a las avenidas de los actos.
Por la Bolívar, cada 200 metros hay un pequeño escenario donde, a la espera de Chávez, actúan bandas musicales, se proyectan videos, hablan dirigentes sectoriales y se repasan los logros del gobierno bolivariano.
A ese cuadro se suma una multitud de puestos, aunque divididos en dos rubros bien marcados: los gastronómicos, sabedores de que la larga espera puede jugarles a favor, y los del merchandising oficialista, en los que la lista de productos en venta sorprende.
Llaveros, muñecos, remeras, gorras, riñoneras, aros, bandanas, relojes, musculosas, camisas, CDs, sombreros, cornetas y afiches con la cara del comandante se venden en medio de la "marea roja" que ocupa Caracas.
Este será el cierre de campaña, porque a las 24 vence el plazo para hacer proselitismo y después solo quedará esperar por la apertura de las mesas, a las 6 del domingo. Chávez busca su tercera reelección, que trata de impedir el candidato de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), Henrique Capriles Radonski.
El ex gobernador de Miranda divide su última jornada proselitista entre Cojedes, Apure y Lara. En su primera parada, denunció que el gobierno obliga a los empleados del Estado a participar de los actos del presidente.
"Aquí no hay nadie obligado; aquí están los que quieren estar", afirmó Capriles Radonski, que destacó que está cerrando una campaña "maravillosa".
