Cada domingo, desde hace 42 años, la calle Defensa se cierra al tránsito para invitar a recorrerla como feria al aire libre; cambiando para ello el acostumbrado paisaje de atiborrado tráfico por una sucesión de coloridos puestos.
Desde la calle Humberto Primo hasta Hipólito Irigoyen - incluyendo la Plaza Dorrego y algunas calles transversales-, más de 500 puestos de artesanías, antigüedades y productos típicos se montan en una silenciosa competencia para atraer la atención de las más de 10 mil personas que visitan esta feria, entre vecinos y turistas.
Temprano a la mañana, una curiosa ceremonia se repite: baúles, cajas, hierros, tablas, canastos, se superponen en un repiqueteo que asombra a los noctámbulos y madrugadores. A esa hora, la feria de San Telmo comienza a tomar forma y se construye sobre el adoquinado repitiendo un ritual ya tradicional.
Con el correr de los años, la feria ha ido ganando en extensión y en prestigio, hasta convertirse en una cita obligada para los viajeros de todos los lugares del mundo que visitan la ciudad.