Un episodio de muerte súbita se produce cada 20 minutos en Argentina y el desenlace fatal se puede evitar en cerca de la mitad de los casos con técnicas de resucitación cardiopulmonar y el uso de un desfibrilador automático que permite restaurar el ritmo cardíaco.
Así lo reveló un trabajo presentado hoy por la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), en el marco de la Semana de Concientización sobre la Muerte Súbita y el empleo de la Reanimación Cardiopulmar y de la Desfibrilación.
Jorge Lerman, presidente de la FCA, precisó a Télam que "en el país se estima que ocurren unas 30 mil muertes súbitas por año, de las cuales sólo llega con vida al hospital menos del 5 por ciento".
Lerman indicó que eso significa que hay 80 muertes súbitas por día, tres por hora y una cada 20 minutos en Argentina.
En este sentido, el especialista estimó que si se capacitara a la población en técnicas de resucitación cardiopulmonar y el uso del desfibrilador "podrían salvarse cerca de la mitad de las personas, porque la muerte súbita suele ocurrir en lugares públicos donde no hay un médico al alcance y los primeros cinco minutos son decisivos".
La muerte súbita ocurre cuando la actividad del corazón cesa en forma abrupta e inesperada a raíz de un desorden del ritmo cardíaco conocido como fibrilación ventricular, cuyos orígenes pueden obedecer a problemas cardíacos o por causas indeterminadas.
Sin embargo, Lerman aclaró que "es importante que todos tomemos conciencia de que ese episodio inesperado puede no ser fatal y para eso, hay que contar con la ayuda de una parte de la población capacitada en técnicas de resucitación y con aparatos desfibriladores al alcance en lugares públicos".
"Porque si pasan 5 minutos sin la aplicación de técnicas de resucitación o desfibriladores desde que se produce la muerte súbita, la muerte cerebral será prácticamente total", puntualizó.
El especialista explicó que "ante una persona que se desvanece, lo primero que hay que hacer es reconocer que estamos frente a un cuadro de muerte súbita y no una lipotimia o un simple desmayo, mientras alguien, que no es quien practica los auxilios al afectado, llama a un sistema de emergencia".
Lerman indicó que "a partir de ese momento, se comienza con las técnicas de resucitación que son sencillas de aprender en un curso que dura tres horas, las cuales pueden hacer hasta un adolescente y ayudan en un 50 por ciento a la supervivencia del damnificado".
Luego, se puede usar un desfibrilador que es un aparato para el cual se capacita a la población adulta para que lo pueda aplicar y que produce un shock eléctrico que ayuda a restaurar el ritmo cardíaco y "eleva a más de un 75 por ciento, la probabilidad de supervivencia del damnificado", explicó el especialista.
De esa manera, "cuando llega el servicio médico para realizar la derivación a un hospital, la persona se encontrará con vida y a partir del cuadro que provocó el episodio de muerte súbita será tratado".
Por su parte, Fabián Gelpi, coordinador de Resucitación Cardiopulmonar de la FCA, indicó que tener un plan de acceso público a un desfibrilador permite salvar muchas vidas.
"Porque ante un caso de muerte súbita que se produce en cualquier lugar, si contamos con un desfibrilador ubicado en un lugar estratégico y con personas que sepan los auxilios y el saber manejarlo se puede recuperar una vida", aseguró.
En la ciudad de Buenos Aires se aprobó en diciembre del año pasado una ley de acceso público a desfibriladores, para que en los lugares con presencia masiva de personas se capacite a parte del personal en el uso del desfibrilador y los primeros auxilios.
La ley aún no ha sido reglamentada, aunque existe consenso en la población médica sobre la necesidad de áreas cardioprotegidas, para que descienda la cantidad de decesos por muerte súbita.