Bob Dylan arrancó esta noche a las 21.30 la primera de cuatro presentaciones que realizará en Buenos Aires con los compases de "Leopard-Skin Pill-Box Hat" ante un teatro Gran Rex repleto y extasiado por la posibilidad de ver de cerca y en un ámbito cerrado a uno de los grandes nombres de la historia del rock and roll.
La visita de Dylan al país, que se extenderá con conciertos mañana, el sábado 28 y el lunes 30 es una nueva parada de su Never Ending Tour (La gira interminable), que arrancó en 1998 y que con 71 años lo mantiene en la ruta.
El hombre que elaboró la más compleja y delicada síntesis del folk, el blues y el rock, que fue símbolo de la contracultura de los 60, se convirtió al cristianismo a fines de los 70 y que volvió con un sonido nuevo y magnético sobre el filo del siglo XXI encarnando una relectura de sí mismo, está otra vez tocando en Buenos Aires.
Tony Garnier en bajo y contrabajo; Donnie Herron en violín, trompeta, miniguitarra, mandolina y pedal steel; Stu Kimbal y Charlie Sexton en guitarras y George Receli en batería acompañan a Dylan sobre el escenario del Gran Rex, en un recorrido por su carrera con un fuerte énfasis en canciones de la década del 60 pero que incluye todas las épocas del músico.