Tiempista ante los micrófonos, Román mantiene durante el plazo de contestación el mismo factor sorpresa de su magistral repertorio de pases en el campo de juego.
Acaso lo filtre mañana, en el inicio de la semana que marcará el retorno efectivo de Bianchi a la dirección técnica, o quizás madure su respuesta hasta los últimas días, con la misma frialdad de sus habilitaciones agónicas dentro de la cancha.
El sábado, como última instancia, todas las especulaciones quedarán desarticuladas cuando el plantel, bajo el mando del "Virrey", regrese de las vacaciones.
Existen presunciones firmes para creer que Riquelme concretará el sueño de todo el pueblo boquense. Su admiración por Bianchi, un padre futbolístico para el despegue de su brillante carrera, es la primera.
Y la segunda, acaso la más elocuente, es la extensa reunión que mantuvo con el entrenador en su casa, de la que también participó Angelici.
"Tomamos mate", simplificó Román ante los micrófonos sobre el encuentro en el que formalmente se le planteó el deseo de su regreso, tras la dolorosa noche del 4 de julio en San Pablo cuando marchó tras perder la final de la Copa Libertadores.
La aceptación de esa entrevista es un indicio claro de la predisposición de Riquelme por revertir su postura, en su momento tomada por la distancia que lo separaba con Julio César Falcioni, el DT anterior.
Entre las pistas negativas, sobresale la antipatía del jugador con Angelici, que después de exponerlo varias veces como único responsable de su salida de Boca, esta semana le negó una prolongación del contrato hasta fines de 2015.
De todas formas, aseguran miembros de Comisión Directiva, que el planteo de Riquelme tuvo carácter de consulta y no de exigencia, por lo que no debería transformarse en un impedimento para plasmar la vuelta del ídolo.
Con esas especulaciones y conjeturas, Boca rearma su escenario para el próximo año. Bianchi y la Copa Libertadores son protagonistas confirmados. Riquelme, la otra pata del triángulo amoroso, todavía no se decidió.